En Vilanova, pequeña ciudad costera al sur de Barcelona, un microcosmos de un centenar de personas se junta cada semana para construir castells. Llegados de todas partes, de todas las clases sociales, de todas las tendencias políticas. Unidos erigen castillos humanos, se asocian para lograr un objetivo, formando un todo. Pero las rivalidades alrededor de la independencia dividen al grupo como también dividen Cataluña, España, Europa. El individuo es también presa de un conflicto interior. Los castells como metáfora de una Cataluña dividida.